
Pocos especialistas se atreven ya a tomar la situación a la ligera. Por lo menos porque un número nada despreciable de los consumidores habituales corren riesgos importantes, dada su particular vulnerabilidad (problemas médicos, psíquicos o sociales). No dramaticemos demasiado. Fumar canabis no es anodino, pero consumir otras drogas (empezando por el alcohol o el tabaco) tampoco. Y una sociedad sin drogas, es una utopía.Sin embargo, vista la dimensión del fenómeno, si no hacemos nada se nos podría acusar de no prestar auxilio a jóvenes en peligro.
Los médicos, psicólogos y educadores están en primera línea. Han estudiado el problema con los medios que tienen. Los científicos intentan conocer mejor los efectos del canabis desde el punto de vista biológico, farmacológico, toxicológico, epidemiológico, sociológico... Dejemos tabúes y prejuicios, aunque no es fácil, porque las opiniones al respecto están muy arraigadas.
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